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Lo que (no) recuperamos

Todo va mejor. Lenta e inesperadamente, mi madre se recupera. Muy poco a poco, las esperanzas van aumentando. Y yo, sin embargo, sigo teniendo miedo. En mi alegría, sigo sintiendo la pérdida. Y recuerdo en este momento la idea de Freud según la cual nunca se recupera del todo lo que se creía perdido, puesto que, en la alegría del recuperar, siempre se encuentra acechando el temor por la pérdida futura.

Hay algo que perdemos para siempre en lo que recuperamos. Algo que no volvemos a encontrar en lo que encontramos. Algo que no vuelve, que tira hacia abajo de nosotros y nos nombra desde el lugar en que quedó. Algo que nos llama desde el abismo. En lo que recuperamos, en lo que vuelve, hay siempre una puerta entreabierta a eso “otro” que no ha podido regresar.

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