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Introducir

Todavía sigo con el catarro que me traje de ARCO. Ya lo he asumido con un estado del ser. Parece que ha llegado para quedarse, así que tendré que aceptarlo. Casi sin voz y con más mocos que un desfile de caracoles, llevo toda la semana sin parar de parlamentar en varios cursos de introducción al arte contemporáneo. A este ritmo, como sigamos metiendo gente dentro, la cosa va a comenzar a parecerse al camarote de los Hermanos Marx. Las conferencias introductorias tienen su gracia, aunque uno acaba diciendo unas generalidades que rayan en la caricatura y el esperpento. Pero bueno, por algo hay siempre que empezar. Ya iremos concretando.

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