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Finalizando

Parece que los libros intuyen que se está acabando el verano. Anoche, ya no pude terminar Pánico, de Jeff Abbott, no porque estuviese realmente mal, sino porque creo que mi organismo se ha saturado y no aguanta más thrillers. Aun así, esta mañana, al pasar por la librería, he tenido una especie de tempus fugit y me he visto con otros dos en las manos: El violín del diablo, de Joseph Gelinek y El ocaso de las siete colinas, de Patrick Ericson. Del primero ya leí La décima sinfonía y no me desagradó demasiado; cumplía a la perfección lo que pretendía. Del segundo, como de todos los escritores murcianos que conozco, lo compro todo. Y luego intento leerlo. Hay que apoyar a los compatriotas en esta lucha. Además con Ericson uno se entretiene y seguro que lo paso genial con su trama terrorista-diabólica. Sí, de nuevo el diablo está en medio de lo que he comprado. Parece que no me escapo de lo satánico. Para colmo, de esta semana no pasa que vaya a ver el Anticristo de Lars von Trier y Expediente 39, y eso que me he dejado Exorcismo en Connecticut y Arrástrame al infierno. Lo dicho, un verano de miedo.

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