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Presente continuo 7 - 13 febrero

[Diario personal publicado semanalmente en La Opinion de Murcia

VIERNES 7
Poesía y memoria
A clase bien temprano. Tienes sueño. Anoche trasnochaste y te cuesta horrores levantarte. El dolor de cuello sigue presente. En clase hablas del paso del arte tradicional al arte moderno. Perspectiva sociológica. Dos horas seguidas tras las que acabas dolorido.

Por la tarde, asistes con L. a la presentación de Ártico, el último poemario de Juan de Dios García en Cartagena. La sala está a reventar de gente. Casi no os podéis sentar. Escuchas algunos de sus poemas y te quedas fascinado por Football is over. Unos versos que muestran la memoria de toda una época.

Después, os quedáis a tomar unas cervezas junto a la sala de conferencias. En un momento te das cuenta de que estás rodeado de escritores y poetas. Y piensas en la suerte que tienes de poder compartir copas y conversaciones con ellos.

Te empieza a doler un poco más el cuello y la espalda. Al llegar a Murcia, os tomáis algunas copas y el dolor va aumentando. En un bar te encuentras a una compañera de colegio que no habías visto desde tu adolescencia. Por un momento, el pasado se abre. Se abre la adolescencia y te viene a la cabeza ese poema de Juan de Dios que se refiere a todo aquello que se fue. Regresas a casa melancólico y maltrecho. Antes de dormir vuelves a leer el poema. Los últimos tres versos se quedan grabados en tu mente: “cabeza de cerdo a los pies de Figo, / papá llorando porque baja el Cádiz / en la sala de espera para quimio.”

SÁBADO 8
Dolor inenarrable
Amaneces con un dolor terrible. Te duele casi tanto como el primer día. Como puedes, comienzas a leer Autopsia, la novela de Miguel Serrano que ha publicado Candaya y que tienes que presentar el jueves. Son casi cuatrocientas páginas y si no empiezas hoy se te va a echar el tiempo encima. El libro te hipnotiza. Su escritura es como una especie de mantra que te recuerda a Thomas Bernhard. El comienzo te lleva de nuevo al pasado. El protagonista se siente culpable por haber acosado a una compañera de colegio llamada Laura. El mundo de la infancia y la adolescencia se despliega. Sueltas el libro extrañado. Anoche también te encontraste con una Laura a la que no habías visto desde el colegio. El narrador de la novela también se llama Miguel y ha nacido, como tú, en 1977. El pasado que se abre es el mismo del mundo del poema de Juan de Dios García. Es como si tu pasado regresara a través del pasado de los demás.

Por la tarde el dolor de cuello se hace ya insoportable y se expande hacia la espalda y el brazo derecho. Te asustas y R. te lleva a urgencias. Allí te atiende una doctora muy amable que te dice que no te preocupes. Es tensión acumulada y la solución es un relajante muscular muy fuerte, analgésicos y calor seco.

Regresas a casa tranquilo y te tomas de golpe los calmantes. Rápidamente te entra sueño y te vas a la cama. Te levantas para cenar, te vuelves a tomar el relajante muscular y te acuestas de nuevo. Todo se ralentiza.

DOMINGO 9
Mil palabras
Cuando te despiertas, el dolor aún está ahí. Parece haber disminuido algo, pero sigue contigo. Intentas escribir algo, pero no quieres forzar la máquina. Así que sigues leyendo Autopsia en una posición relativamente confortable que logras en el sofá.

Por la noche te das cuenta de que el dolor ha remitido un poco e intentas escribir unas cuantas páginas. Consigues algo más de mil palabras. Has hecho la cuenta: en cada página del cuaderno puedes escribir entre ciento diez y ciento cincuenta palabras. Y al final de cada sesión de escritura haces un cálculo aproximado de lo que has escrito. Has leído que Hemingway contaba las palabras meticulosamente. Puede parecer obsesivo, pero es un modo de saber que has trabajado algo. Al menos mil palabras al día. Y los días buenos, algo más de tres mil.

LUNES 10    
Cero palabras
Te levantas temprano para preparar la clase del máster de esta tarde. Imprimes un plan de la semana y te intentas organizar. Te das cuenta de que esta semana no podrás siquiera tocar la novela. Quitas el cuaderno de la mesa y lo cambias por los libros de arte. Es curioso que siempre que te llegan las ideas el que se va es el tiempo. Suele ocurrir. Ahora que tienes la historia latiendo en la cabeza no vas a poder escribir nada. Cero palabras.

Por la tarde, dos horas de Mercado del arte en el máster. Hablas de la idea del arte como mercancía. Es sin duda la parte que menos te interesa del arte, su vinculación con el lujo y las mercancías exclusivas. Al acabar la clase, te duele un poco el cuello, pero es un dolor que puedes asumir.

MARTES 11
Demasiada teoría
Por la mañana, clase de Últimas tendencias del arte. Explicas la teoría de la posmodernidad. Lyotard, Jameson, Baudrillard… El fin de los grandes relatos, la cultura del pastiche y la noción de simulacro. Observas que tanta teoría es demasiado para los alumnos.

Intentas dormir la siesta antes de la clase de Mercado del arte. Veinte minutos que te despejan. En clase hablas de la figura del coleccionista. Y luego comenzáis a ver un documental sobre la burbuja del arte contemporáneo. Debatís sobre la globalización del mercado.

Llegas justo para ver el partido de la copa del rey. Cuando enciendes la tele, el Madrid ya va ganando 2-0. Después del partido preparas las clases del día siguiente y acabas la lectura de Autopsia. El libro ha ido creciendo y los últimos capítulos son magistrales. Lo cierras con emoción, lo pones sobre la mesita y apagas la luz. Te duermes enseguida.

MIÉRCOLES 12
Fundido encadenado
Amaneces casi sin dolor. Preparas las clases y respondes a decenas de mails que tenías pendientes. A las once, clase en Filosofía. Empiezas ya con el desarrollo de la Historia del Arte Contemporáneo. Querrías haber ido más rápido, pero te entretienes demasiado en el romanticismo. Es un movimiento que te fascina. Y no puedes proyectar una imagen de Friedrich sin aludir al naufragio, el abismo y lo sublime. Ahí se te va el tiempo.

Por la tarde, dos horas de clase del máster en las que hablas de la figura del marchante y el galerista. Cuando acabas, te das cuenta de que el cuello te vuelve a doler. Seguramente has hecho algún movimiento brusco en la pizarra.

Pasas por el Espacio Pático para ver la exposición de Alejandro Cerón. Es el resultado de su trabajo en el Centro Negra de Blanca. Lo que más te gusta es el vídeo en el que recoge los comentarios y reacciones de los habitantes de Blanca ante sus estructuras de madera. La gente de la calle se pregunta por qué eso es arte, y hay alguno que está muy cerca de dar en el clavo.

A las nueve y media has quedado con Miguel Serrano en hotel. Lo conociste en Blanca, en la SELIN, leíste su primer libro de cuentos, Órbita, y te pareció brillante. Y Autopsia, la novela que presenta mañana, confirma todo aquello que pensaste. Cenas con él y con L. y luego os tomáis una copa para seguir hablando de literatura. El cuello te sigue doliendo. Mucho. Al llegar a casa el dolor es tan grande que te decides tomarte dos cápsulas de Yurelax. Nada más hacerlo te arrepientes. Te duermes de un modo muy extraño, sintiendo cómo la realidad se va apagando y descomponiendo poco a poco. Es como si entre la vigilia y el sueño se produjese un fundido encadenado. Lo que sueñas, por supuesto, no tiene sentido alguno.

JUEVES 13
Un libro
Te levantas con cierto dolor. Ya son dos semanas las que llevas así. Vas a clase y hablas del Neo-expresionismo alemán y de la pintura de los ochenta. Es la parte de la asignatura que menos te gusta. Después, dos horas en la quiropráctica. Esta vez el daño que te hace es terrible, pero notas cómo las contracturas van desapareciendo bajo sus dedos. Sales de allí dolorido, pero consciente de que ahora sí, por fin, parece que se ha conseguido minar el origen del mal.

A las ocho es la presentación de Autopsia en La Azotea. Antes, te has tomado tu tiempo para esbozar algo que esté a la altura del libro. Has apuntado algunas ideas que giran en torno a la cuestión de la memoria. El pasado como trauma, el tiempo discontinuo del relato como metáfora de los ritmos de pensamiento o la propia reflexión sobre la escritura como un dispositivo que permite contar y construir la memoria. Dejas claro en la presentación que Miguel Serrano es un escritor excepcional y que Autopsia es un libro redondo, una novela brillante, literatura con mayúsculas. Te ha entusiasmado lo que has leído y no puedes disimularlo.


Después, con el libro debajo del brazo, cenáis y tomáis algunas copas. Vais perdiendo efectivos conforme avanza la noche. Y al final solo quedáis L. y tú. Y el libro, claro, que parece llamar la atención en cada sitio en el que entráis. La gente os mira extrañada y contemplan al libro como si no hubieran visto un artilugio así en mucho tiempo. “Cuidado, llevan un libro”, parece que piensan. Al salir del último bar escuchas con claridad: “adónde irán a estas horas con un libro. Qué tíos más raros.” Esbozas una sonrisa.

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