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Presente continuo (Semana del 26 de septiembre al 2 de octubre)

VIERNES 26 / Intimidad 
Dormitas por la mañana. La noche de ayer fue larga. Escribes el “Presente continuo” antes de comer. Hoy te cuesta algo más. Estás poco lúcido. Hay semanas en las que se te atraganta. Estás viendo, a lo lejos, su fin.
Te encuentras en las redes con la noticia de que Intento de escapada está entre los finalistas del Premio Ciudad de Alcalá de narrativa. Simplemente estar ahí ya es importante. Más de lo que te habrías podido imaginar. Te alegra el día.
Por la noche, yincana cultural. Comienzas en la presentación del vídeo de Juanli Carrión en AB9. Es una obra sobre la teatralidad y la pomposidad de los grandes discursos políticos. Sutil e inteligente. Desde allí vas a la sala Verónicas a la inauguración de la exposición de Nico Munuera. Su pintura siempre te ha parecido elegante y bella. Iba siendo hora de que en Murcia tuviera una exposición como esta. Las obras funcionan tremendamente bien con el espacio. Llevarás a tus alumnos. Es un momento de reencuentro. Amigos y profesionales del arte. Antes de salir, el padre de M. dice que te lee los domingos y no sabe cómo se puede llevar eso de exponer tu vida al público. Él no viviría tranquilo. Tú le respondes que, al contrario de lo que pudiera parecer, contarlo todo es una manera de blindar tu intimidad, de crear una intimidad aún mayor. La transparencia absoluta es una ilusión; hay cosas que se quedan fuera, que no podrías decir, cosas que te callas, que te reservas para un espacio más íntimo, un presente alterno invisible.
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Desde Verónicas sigues la ruta con apenas tiempo de entrar a T20 y ver las obras de FOD. También es un artista que te interesa y que en ocasiones te sorprende. Te das cuenta de que entre ayer y hoy todo lo que se ha inaugurado en Murcia es pintura abstracta. La pintura y lo abstracto siguen vigentes y aún tienen muchas cosas que decir.
Acabas cansado, casi como si hubieras terminado un maratón. Cenas con R., L. y M. en el hindú de la Plaza del Cristo del Rescate. Tomáis de nuevo el picante agresivo. Y una vez más os deja sin palabras. R. prueba apenas la punta del tenedor y dice que estáis enfermos por comer eso. Es probable que tenga razón. Después, os tomáis una copa rápida y volvéis a casa en la moto.

SÁBADO 27 / Jugar
Pasas la mañana leyendo los suplementos culturales de los periódicos. Es un vicio. Lees las críticas de libros y pasas por encima de las críticas de arte.
Por la tarde vas con R. al gimnasio y compráis después unos regalos para vuestro ahijado en el centro comercial. Se te van los ojos detrás de los juguetes. Es de las cosas que echas en falta de no tener hijos, no poder comprar juguetes para jugar con ellos –no con los hijos, sino con los juguetes–. Te quedas prendado de todo tipo de chismes y cachivaches que te gustaría tener y utilizar. Sientes que nunca has dejado de ser niño del todo.
Llegáis a casa y cenáis una pizza. Intentáis ver varias películas y ninguna os satisface. Así que decidís leer, uno en cada lado del sofá. Ésa también es la felicidad del sábado por la noche. Tu comienzas Así empieza lo malo, de Javier Marías, y rápidamente te vuelve a poseer su forma de escribir, aunque, también enseguida, tienes la sensación de que es una novela menos potente que sus grandes obras.
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DOMINGO 28 / Nombrar
Escribes toda la mañana. No logras concentrarte del todo. Aun así avanzas algo la novela. Te dedicas a ser más realista y a revisar menos cantidad de texto. Por la tarde sigues leyendo a Marías y notas que su tono y sus divagaciones, su ritmo, acaba influyendo en lo que escribes –al menos tus retoques se hacen algo más líricos–.
A las doce la noche es tu santo. San Miguel. No importa el tiempo que pase, recuerdas que a esa hora siempre te llamaba tu madre. El nombre era importante para ella y para tu familia, más incluso que el cumpleaños. Lo escribiste el 29 de septiembre del año pasado en este mismo lugar y lo sigues pensando. Somos sujetos porque tenemos nombre, estamos “sujetados” a él, sea cual sea. Miguel, Marcos, Martín –seis letras, como los protagonistas de tus novelas–. Nombrar es reconocer. Nombrar tres veces, M., M., M.

LUNES 29 / Promesas incumplidas
Por la mañana llevas a R. al traumatólogo. La derivan al jefe del equipo. Esperas que por fin él encuentre la solución al enigma de sus brazos. Pasáis toda la mañana en el centro de salud. Te da tiempo a leer más de cien páginas del libro de Marías.
A la vuelta, os caláis enteros en la moto. Entráis a casa empapados. Nada más llegar, deja de llover. Después vas a arreglarte un poco la barba. Acabaste el último Presente Continuo diciendo que prometías no recortártela hasta que acabases las novela; aunque también decías que la vida está llena de promesas que uno no puede cumplir. Esta es una de ellas. Sales de la barbería contento y algo más cómodo. Has topado esta vez con profesionales de la barba. Es algo que admiras, la profesionalidad, la gente que es buena en lo suyo, la gente que conoce y ama su profesión.
Después, vas al gimnasio y acabas reventado. Llegas a casa ya casi sin fuerzas para comer y duermes la siesta. Te levantas y por la tarde escribes tremendamente inspirado. Hoy fluye el texto. Entras al tercer capítulo de la tercera parte. Justo la mitad de la novela. Y además, la escena más importante. Tenías ganas de volver a ese lugar y al mismo tiempo tenías miedo de que no funcionase como recordabas. Pero la relees y la retocas y acabas muy satisfecho con ella. Es una escena de sexo. Sin embargo es un sexo extraño que no logra excitar. En tu novela anterior las escenas de sexo sí que excitaban, al menos lo pretendían. Te recuerdas escribiéndolas y parando de vez en cuando para masturbarte; ésa era la clave para saber que funcionaban. En este caso, es un sexo mental, más sutil. Y la excitación es extraña. Desde luego, no conduce a la masturbación, aunque no deja de ser sexual. Llevas varios días con esas imágenes de la novela en la cabeza y adviertes que se mezclan con la realidad, con una realidad que era necesario vivir ahora. Es curioso cómo a veces la vida imita sin saberlo a la ficción.

MARTES 30 / Escribir
Escribes todo el día hasta finales de la noche. Después de cenar, comienzas a preparar las clases del día siguiente y del jueves. Te acuestas tarde .

MIÉRCOLES 1 / Novela
Vas al gimnasio sin desayunar y notas que tu cuerpo lo agradece. Te duchas allí y vas directo a clase. Sigues con Vasari y el método biográfico. Te sientes cómodo, aunque no seas experto en la materia. Después, mañana de tutorías y reuniones.
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Por la tarde, el tiempo se frena y la novela se transforma en realidad. O no sabes si es la realidad, que se está transformando en novela con el tiempo cambiado, al revés. Algún día lo contarás. Algún día lo entenderás.
Cenas, ves un poco el partido del Madrid y te duermes antes de que acabe. Te despiertas después, a las once –una hora después–, y comienzas a preparar las clases del día siguiente sabiendo que probablemente no vayas a utilizar todo lo que estás leyendo. Aun así, acabas a las tres de la mañana y te cuesta dormir.

JUEVES 2 / Libros extraños
Clases a primera hora. Acabas con Vasari y comienzas a analizar el concepto de “genio”. Estás construyendo la materia de modo transversal, utilizando referencias poco comunes para los historiadores del arte. Sabes que no es fácil y que quizá para muchos pueda resultar algo árido y cuesta arriba. Lo tienes en cuenta. Eres consciente del terreno en el que estás jugando. Tras las clases, de nuevo, tutorías y reuniones. Este año no te libras ni un segundo.
A las dos, comida con L. Entre otras cosas, celebráis algo de lo que aún no puedes hablar y por lo que estás rebosante de alegría. Al terminar, visitáis la Fundación Newcastle y te vuelves a quedar fascinado por cómo un espacio tan pequeño puede ser tan potente. Menos es más, desde luego. El tamaño no importa cuando la ilusión es tan grande. El arte es algo que también ocurre en lo portátil. Quizá sea ahí donde suceda lo más verdadero, en lo mínimo, en lo apenas visible, en la más pura intimidad de lo doméstico.
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J. se une a vosotros y tras tomar unas copas entráis al Plaza Tres en plan antropológico. El ambiente da para escribir varios cuentos. Lleváis con vosotros algunos libros y discutís sobre literatura. En un momento, una camarera se acerca y os dice que le llama la atención que tengáis libros, que si los habéis robado de una biblioteca o algo. Libros sobre la barra; es como un elemento subversivo en ese contexto. Tus amigos dicen que sois escritores y editores. Ella parece no creerlo hasta que ve tu foto en la solapa de uno de los libros que, además, está en alemán –la traducción de tu novela–. Se queda un momento sin saber qué pensar y le sale invitaros a un chupito de Jack Daniel’s. Es un momento absolutamente surrealista, “el encuentro de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de operaciones”, que decía el Conde de Lautréamont.
Después, lloviendo, vais a la inauguración de una exposición en la sala de la universidad. Se une más gente al grupo, cenáis y seguís un poco más. Acabáis al final L. y tú en el Bizz’art, cansados y casi sin poder pestañear. Recuerdas un tuit que escribiste antes de comer: “Jueves que a estas horas ya sabes que se te van a ir de las manos”. Un tuit profético. Regresas a casa feliz.

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