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Road movie II

Martes, 5 de agosto 

Te despiertas varias veces durante la noche y al final decides levantarte temprano. En el desayuno conocéis a un portorriqueño que ha ido a visitar a su tía enferma y que va a aprovechar el día haciendo turismo por las Endless Mountains. Antes de salir para Ithaca, pones la ruta en el iPad y haces una captura de pantalla. No parece difícil llegar. Mucho más fácil que salir del JFK. Conducir de día es otra cosa. Pones música –una emisora de country– y comienzas la road movie. Todo fácil hasta un momento inesperado que no aparecía en la ruta del iPad: ¿hacia Albany o hacia Siracusa? Decides Albany. Y te equivocas. Pero no lo sabes hasta que una hora después no te suena nada y paras en un área de servicio. Allí consultáis el mapa de carreteras que hay en los aseos. 

Te has equivocado. Claramente. Vas en la dirección contraria. East en lugar de West. Le haces una foto al mapa y la consultas antes de volver a salir a la carretera. Sólo tienes una cosa clara. Para llegar a Ithaca hay que tomar la estatal 79. Y esa te deja en la puerta de casa. Por eso, cuando ves la señal, incluso antes de la ruta que te indica el mapa, decides cogerla. Dudas un momento, pero R. dice que es dirección West. Le haces caso, y después de un tiempo de cruzar pueblos y pueblos, ves por fin la señal que pone dirección Ithaca. La ves al mismo tiempo que te cruzas con un autobús de Cornell y dais un grito de alegría como si hubierais visto a un pariente en la otra punta del mundo. Estáis en el buen camino. Ahora sí, sin duda. Sólo falta esperar.

Cuando entráis en Ithaca ya te suena todo. Recuerdas la otra vez. Pasas por delante de Woodcrest Avenue y te entra la nostalgia. Es la misma ruta que hacías a pie. Os aproximáis a vuestro destino: Stewart Avenue. Giras a la derecha. Cien metros y ahí está la casa, la 112, igual que en la foto de Google Earth. Aparcas en la puerta y llamas a la casera para decirle que ya estáis ahí. Te dice que ha dejado las llaves en un sobre en la puerta y que tu apartamento es el 3, el de la parte de atrás. Cuando entras se te cae un poco el alma a los pies. La casa es algo viejuna y no tiene nada aparte de los muebles. Eso lo sabías, pero aun así no puedes evitar la decepción. Diez meses ahí se te van a hacer largos, piensas.


Hacéis una lista de todo lo que hay que comprar y tomas el coche hacia el Ithaca Mall. Recuerdas la ruta que hacía el autobús y por intuición acabas llegando después de atravesar el North Campus. Compráis casi como una pareja de recién casados (sábanas, toallas, platos, cubiertos, bombillas, sartenes, cafetera, tostadora…, y comida, claro). Vistes la casa entera. Inversión para diez meses. Ya verás qué haces con eso cuando te vayas. Quizá lo regales.

Devolvéis el coche a Enterprise RentalCar y un taxi os deja en el Downtown. Le enseñas a R. el centro de la ciudad. Os tomáis un café en The Commons y volvéis a casa, a menos de diez minutos andando del centro de la ciudad. La situación es perfecta. Justo entre Cornell y el Downtown. Eso es lo que te animó en última instancia a alquilarla. Eso y el precio. Podría estar algo mejor, es cierto, pero después de situar las cosas en su sitio, poner libros en la estantería, hacer la cama y cenar, la casa ya parece vuestra. No está tan mal. Te sientas en el sofá. Comienzas Risa en la oscuridad. Leer a Nabokov en Ithaca parece necesario. Te quedas durmiendo enseguida. También esbozas una sonrisa. En la oscuridad.

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