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Episteme

Llevo unos meses en los que apenas leo ensayo. No sé si me he vuelto perezoso, pero lo cierto es que cada vez más me cuesta leer otra cosa que no sea narrativa. Estoy convencido de que se puede trabajar a partir de de ahí. De hecho, poco a poco voy encontrando en ese terreno más material a partir del cual pensar y reflexionar. Un pensamiento que (también cada vez más) tengo que llevarlo a cabo horizontalmente. Y es que me cuesta mucho pensar sentado, frente al ordenador, en la mesa de trabajar. Llevo un tiempo en que necesito tumbarme para reflexionar. Quizá cueste trabajo hacerse a la idea, pero lo cierto es que gran parte de la historia del pensamiento se ha hecho de ese modo, en la cama y boca abajo. Quizá haya que darle la razón a Bataille cuando observaba que la horizontalidad es la esencia a la que tenemos que volver, nuestra animalidad perdida, incluso para la reflexión.

Desde fuera parece otra cosa: leer novela y estar tumbado a la bartola. Pero es trabajo y del duro. Para evitar confusiones, me propongo la tarea de fundamentar una teoría del conocimiento para estas aficiones. Una epistemología transmoderna.

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Comentarios

  1. Despierto y bocabajo, en la cama, te expones a un ataque por la retaguardia, que si no estás acostumbrado suele saldarse con cierto escozor del orto oclusivo y a la larga, si le coges el gustillo, con cierta tendencia al zerolismo.

    Creo que es mejor reflexionar tumbado de lado, del lado izquierdo, para más señas, que después de una comida de verano ayuda a la digestión.

    A veces la reflexión es tan profunda y agotadora que hay que entrar en un estado de concentración y alejamiento del mundo consciente.

    Ah, la nunca suficientemente bien ponderada siesta mediterránea... eso sí que es cultura!!!

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