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Cosas

Encuentro un segundo para pacer en el hotel y me da apenas tiempo a escribir estas líneas. Con el puñetero jetlag, y sobre todo, con las cosas sin terminar que me han acompañado a Pekín, llevo ya casi tres días dormir. Hoy, entre reunión y reunión, he podido sacar tiempo para ir a la gran muralla. En dos palabras: im presionante. De camino se ve la China real, y no la del Pekín artístico, que es la que estoy visitando. Una ciudad de grandes contrastes en la que me he contrado por un lado la gente que apenas tiene para comer y poco más, y por otro, el petardeo del mundo del arte, que es el mismo en todos los lugares. Hoy he estado en la inaguración de la Feria de Arte y me he encontrado a los mismos de siempre, con algunos más chinos de figurantes, pero más de lo mismo. Cada vez más este tipo de eventos se parecen a eso que Marc Augé llamó los no-lugares, aunque aquí el anonimato se transforma en exceso de nombre. Y a todo esto mañana temprano salgo para Shanghai donde temo que me encontraré otra vez las mismas cosas. El mundo se ha convertido en un constante déjà vu. Y lo que no vemos no lo podemos recordar.

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