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El chocolate del loro

No estoy en absoluto de acuerdo con los recortes del gobierno Valcárcel, por mucho que pueda entender las razones que llevan a efectuarlos. Me duele el bolsillo, pero me duele si cabe, mucho más, el recorte de derechos. Es cierto que quizá esos “privilegios” se habían adquirido de modo ficticio sobre un estado de bonanza artificial. Pero la sensación de quiebra de la creencia en la consecución de mejoras continuas es innegable. Aun así, tocándome de lleno, no iré a una sola manifestación. Me parece que las protestas están tomando un giro ideológico preocupante, con proclamas violentas y personalizaciones extremas y denunciables. Y luego, la cabeza de turco que han buscado, Cultura, me parece irrelevante. Vamos, como si el ínfimo presupuesto de cultura respecto a las demás consejerías fuese el causante de la crisis. Una carretera vale más que cuarenta Manifestas.

Uno puede estar más o menos de acuerdo con cómo se gestionan los recursos culturales, o puede compartir o no las prioridades de actuación de la consejería de cultura, diciendo que quizá en lugar de enfatizar en el arte contemporáneo se ponga el acento en la consolidación de tradiciones tan murcianas como la cría de petirrojo común, el silbo de la acequia o lo que uno quiera, pero lo cierto es que cultura, como cualquier consejería, tiene lo que tiene, y se gasta en función de eso. No se pueden mezclar churras con merinas. Los que creen que recortando en cultura se puede subir el sueldo a los profesores o se pueden contratar a más médicos es que no se han enterado de la misa la mitad. No nos engañemos señores. Cultura es, aquí y en Saigón, el chocolate del loro.

[Publicado en La Razón, 13/01/11]

Comentarios

  1. muy buen texto, Miguel Ángel. parece mentira que haga falta escribirlo!

    r.

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