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Eso o nada

Sigo enfrascado en la novela, sin apenas tiempo para otra cosa. Quiero dejarla acabada y registrada antes de partir para Ithaca, pero veo que no hay manera. Y sobre todo, que cansa, mucho. Cansa darse cuenta de que uno no escribe como le gustaría escribir, y que, a la hora de la verdad, el fracaso es la única perspectiva. Hay días que uno se levanta y piensa que lo que acaba de escribir es muy bueno. Pero enseguida cambia de opinión. Y cae en la cuenta de que no sólo no es muy bueno, sino que es malo hasta decir basta. Entonces echa mano de Beckett y de Rumbo a peor y piensa eso de "Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor." Pero no es ningún consuelo. Porque el fracaso duele. Y no deja de ser un puto fracaso. Y comprende uno entonces a los escritores Bartlebys, y quisiera dejar de escribir. Pero luego llega la vanidad y se interpone y pretende ganar la batalla. Y uno se da cuenta de que sigue escribiendo por mera vanidad, por poder publicar al fin la novela y verse en los escaparates y en la mesa de novedades aunque sean dos días, y no porque lo escrito merezca la pena. Pero entonces llegan días como este en los que uno cree que sería mejor dejarlo todo antes de que sea demasiado tarde. Aunque ya haya escrito trescientas páginas, aunque le haya dado más de veinte vueltas a la historia.

Ahora, que todo está a punto de acabarse, cuando se vuelve a poner el punto y final del tercer borrador, uno se da cuenta de que todo es basurilla. Quizá no más basura que otras cosas publicadas y leídas, pero sí basura comparada con lo que se había imaginado. Y llega el dilema. ¿Qué hacer? ¿Seguir puliendo la basura hasta que reluzca sin dejar de ser basura y se convierta en basura brillante? ¿O dejar que la basura siga siendo basura y que se pudra en el cajón del olvido?

Realmente no lo sé. Hay días que pienso que más vale eso que nada. Y otros, como hoy, en los que pienso que más vale nada que eso.

Comentarios

  1. Te entiendo perfectamente desde mi especialidad. Yo tenía expuestos dos cuadros en un bar, de los que he pintado eran de mis favoritos, pero me cansé ya de verlos ahí, de repente me parece que se podían mejorar y me estanque en ese pensamiento, así que la otra noche me los llevé.

    Yo creo que deberías intentar pulir la basura, como dices, hay días que podemos ver que lo que hemos hecho no merece la pena, pero en otros momentos llegamos a verle el lado bueno. Creo que todo tiene solución, además de que apoyo el reciclaje (incluso el de frases).

    ¡Ánimo!

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  2. Uno no escribe como quiere, sino como puede o como sabe. Creo que lo dejé escrito el otro día en tu perfil de Facebook. Por supuesto que no es de mi cosecha, no doy para tanto. Se lo leí o se lo escuché a un gran escritor, pero no recuerdo a cual. ¿Extraño? Bueno, tal vez no, tal vez sea más importante el escrito que el escritor y el pensamiento que el pensador.

    Así que esas trescientas páginas son lo que tú eres como escritor. O lo que has sido como escritor a lo largo de estas últimas semanas o estos últimos meses. Por mucho que las pulas o muchas comas que cambies de sitio, esas trescientas páginas no van a cambiar sustancialmente.

    Puede ocurrir que a tí mismo no te gusten, pero eso quizá sea porque te gustaría escribir como Beckett, o como Houllebecq, o como Menéndez Salmón, o como Vila Matas o como cualquier otro. No es posible, no eres ellos. Eres tú, escribes como sabes o como puedes. A ellos les pasa (o les pasaba) exactamente lo mismo.

    Puede ocurrir, sin embargo, que te guste mucho, muchísimo, lo que has escrito. Tanto como te gustan Beckett, Houllebecq, Menéndez Salmón o Vila Matas. Tal vez tu vanidad, imprescindible para ser escritor, sea incluso superior a tus conocimientos literarios. O tal vez seas un genio y seas consciente de serlo. No estaría mal. Pero no aparece un genio cada semana y en cada pueblo, la estadística viene corroborar justo lo contrario.

    En cualquier caso, es tu trabajo. Mucho y duro trabajo. Tú que tienes la posibilidad, muéstralo. Y acepta que gustará a algunos lectores y a otros no. Y que muchísima gente ni siquiera lo leerá. Y que muchísima más ni siquiera se enterará de que lo has escrito.

    Y por supuesto, no es basura. En ningún caso. Eso lo explica mucho mejor Don Andrés: Qué gran equivocación, no se dice es mala una canción. Qué temeridad, acusar de maldad a una canción... buena oportunidad de callar

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  3. Pues al final no hay otra solución que seguir puliendo y trabajando sobre los textos. La cuestión es que, como dice Leandro, por muchas comas que se quiten o se pongan, en lo sustancial la cosa es lo que es.

    He pasado la mañana leyendo a Vila-Matas. En uno de los textos de "Una vida absolutamente maravillosa" habla de la dificultad de la escritura y del trabajo que conlleva. Y sobre todo la paciencia que hay detrás del escribir, citando a Wilde: "Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas, y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla".

    Pues eso, que es un trabajo duro. Y que uno siempre fracasa porque, a priori, cree que escribe mejor de lo que escribe. Y pasa igual que en el fútbol, que desde la grada las jugadas se ven muy claras, pero en el césped las cosas son diferentes. Y correr la banda, cansa. Y al final a uno no le sale el centro medido que quisiera hacer.

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  4. Bueno... yo te diría que, al final, hagas lo que sientes. Precisamente Félix de Azúa lo explicaba el otro día muy bien: http://www.elboomeran.com/blog-post/1/11273/felix-de-azua/la-verdad-es-una-sensacion/
    Salud,
    FB

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