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Presente continuo (semana del 11 al 17 de julio)

VIERNES 11 / El libro tachado
Por la mañana temprano, reunión de departamento. Al final no tomáis ninguna decisión y tienes la sensación de haber perdido toda la mañana. Hay en la universidad una pulsión de reunión que no logras comprender.

Cuando regresas a casa, terminas la lectura de El libro tachado, el ensayo de Patricio Pron que te ha acompañado durante estos días y que has degustado poco a poco, desando que no se acabase nunca. Pron es uno de los escritores que más admiras. Cuando leíste El comienzo de la primavera sentiste que habías encontrado por fin el escritor que andabas buscando. No has parado de recomendar esa novela desde entonces. Y desde ese momento lo has seguido y lees con entusiasmo todo lo que escribe. El libro tachado, sobre el que probablemente vas a escribir con más detenimiento, se adentra en territorios que están muy cerca de tus intereses: la desaparición, el silencio o el ocultamiento. Dedicaste tu tesis a hacer algo parecido pero en el ámbito de la artes visuales, y allí llegaste a la conclusión de que tachar la visión, frustrar la mirada, lejos de ser una senda extraña al arte moderno, es su camino más preciso. Al poner en escena su desaparición, el arte se preserva; sólo vive en tanto que se muestra como moribundo. Las reflexiones de Pron sobre la literatura tienen que ver con esta idea. Escritores desaparecidos, suicidas, censurados, represaliados, anónimos, bloqueados, plagiadores, falsificadores…, estrategias para anular la figura del escritor que acaban sirviendo como tácticas de resistencia para preservar la literatura. Con inteligencia y rigor y con un conocimiento apabullante, Pron cartografía la literatura por el otro lado del espejo.

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Por la tarde, decides ir a la graduación de los estudiantes de Filosofía. Te eligieron como padrino pero tuviste que declinar la invitación porque no sabías si ibas a llegar en condiciones. La verdad es que te habría gustado acompañarlos todo el tiempo. Son la primera promoción a la que diste clase después de volver de Estados Unidos. Y pocas veces te has sentido tan cómodo en un aula. Te hizo mucha ilusión que pensaran en ti. Y antes de salir de casa pensabas que habrías podido decir que sí. Pero enseguida te das cuenta de que aún no estás bien del todo y las dos horas y media que estás en el salón de actos se te hacen demasiado largas; no encuentras la postura adecuada y las molestias no te dejan disfrutar del acto como se merece. El cuerpo sigue teniendo sus tiempos. 

SÁBADO 12 / Cotidianidad
Por la mañana, retomas La muerte del padre, el libro de Karl Ove Knausgård que te recomendó C. cuando estuviste en Lund. Habías leído bastantes páginas, pero aún no te habías puesto en serio con él. Es una radiografía de la memoria. Una vida entera, casi sin elipsis, un experimento narrativo para dar cuenta del yo del escritor; todo lo contrario del sujeto tachado del que hablaba Patricio Pron. Aquí se trata de un sujeto excesivo, que cuenta todo, que no deja apenas nada fuera de su visión. Por supuesto, el mérito no está en la importancia de lo que cuenta; es una vida como cualquier otra. La clave es el modo de contarlo. Consigue crear una empatía en el lector, que rápidamente se identifica con ese hombre cualquiera y con todas sus preocupaciones cotidianas. Consigue hacer que lo íntimo aparezca como universal; esa era la clave de la literatura para Freud. Aun así, el texto está en el límite. La segunda parte del libro roza el exceso y lo íntimo se transforma en mera domesticidad. La rutina continua de cómo limpia la casa o cómo cocina llega en ocasiones al tedio. Es curioso que seas tú quien dice esto, y que lo digas precisamente en el marco de un diario como este, donde la cotidianidad se hace omnipresente y lo íntimo se confunde con lo doméstico.

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Por la tarde sales a andar con R. Cada vez lo haces más erguido y por momentos te olvidas de la faja y la cicatriz. Cuando llegas, ves el partido por el tercer y cuarto puesto. Brasil vuelve a perder. Tienes la sensación de que es uno de los peores equipos del Mundial.

DOMINGO 13 / Error
Hoy escribes. Por fin. No demasiado, pero sí algo. Un pequeño capítulo. A mano. Tres horas. Lo justo para entrar en modo de escritura. Durante todos estos días percibes el cuerpo de un modo diferente. Hay momentos en los que sientes algo en la piel y, al tocarte, no encuentras el lugar de origen de la sensación. Tu sensibilidad cutánea ha cambiado por completo. Tienes que intentar encontrar el punto en el que te duele o te pica, volver a recorrer tu cuerpo como si fuera el cuerpo de otro. Ya no es automático. Hay un pequeño delay, un error de coordenadas, necesitas un tiempo para encontrar el lugar. Y eso te hace reconocer tu cuerpo desde fuera, perder pie, desconfiar de los estímulos nerviosos. Ahora necesitas mirar dos veces, tocar dos veces, sentir dos veces. Ya no das nada por sentado.

Por la noche ves la final del Mundial y te alegras con el triunfo de Alemania. Se lo merece. El reconocimiento a Messi como mejor jugador es de vergüenza. 

LUNES 14 / Escribir
La normalidad va llegando. Por la mañana tienes un examen. Después, varias reuniones con doctorandos. Te despides de M., que se va a Londres a buscar trabajo después de siete años en España.Por la tarde, en casa, escribes. Ya has conseguido instituir la rutina. Terminas el tercer capítulo de la quinta parte, la última. Te demoras en la escena de sexo que culmina el libro. No sabes si al final la pondrás. Aún así la escribes. Ahora es momento de escribirlo todo. Ya habrá tiempo de quitar, tachar y reescribir. 

MARTES 15 / Alma
Continúa la escritura. Te aproximas al final. Pero antes de eso, antes de llegar, quieres pasar a ordenador todo lo que llevas escrito a mano. Aún hay un cuaderno que tienes que mecanografiar. Lo haces poco a poco, casi automáticamente, cambiando apenas dos o tres palabras, dejando el sentido original, precario, de la escritura manuscrita.Por la tarde, masajes en la clínica y cita con la cirujano. Te dice que todo va bien. Notas que la hinchazón va remitiendo y la cicatriz está cada vez más cerrada. Quizá la semana que viene te puedas quitar la faja. Sales de allí más erguido.

Lees casi en estado de trance La sonata a Kreutzer, de Tolstoi. Una justificación del asesinato, una puesta en cuestión del amor romántico y una visión pesimista y espeluznante de la naturaleza humana. Tolstoi entra en la mente del asesino, del misógino, del misántropo. Y uno nunca sabe cómo posicionarse ante esa voz que ha logrado encontrar la justificación a su crimen y que ha racionalizado la violencia. Un libro brutal, terrible, tremendo, absolutamente necesario. Lo acabas por la noche casi sin respiración y decides que vas a dormir en la cama después de tres semanas de sillón. Te cuesta trabajo poder estirarte, y aún no lo consigues del todo, pero tienes que hacer el esfuerzo.

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 MIÉRCOLES  16 / Citas que dicen lo que quisieras decir
Sigues escribiendo. Ahora ya no hay pausa. En los descansos, para alimentar tu prosa, lees a Javier Marías.Negra espalda del tiempo, el libro en el que habla de la recepción de su novela Todas las almas, es una autobiografía extraña que ya merece la pena aunque sea por una cita que te toca directamente y que no te resistes a transcribir ahora: “Cuando alguien falta nos damos cuenta de la transmisión perpetua y calla entre las personas y las cosas, y así éstas cobran vida vicaria y se hacen testigos y metáforas y emblemas y se erigen en el hilo de la continuidad a menudo; y parece entonces que encierren las vidas imaginarias y las no cumplidas y las malogradas, o acaso es que son los objetos lo único que concilia y nivela presente y pasado, y hasta el futuro si duran y no son destruidos. Precisamente porque siguen viviendo sin añorarnos no cambian, y en eso nos son leales.”

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JUEVES 17 / La Azotea
Por la mañana, reunión para elegir horarios. En el primer cuatrimestre, dos días de clase. Entras a primera hora. Vas a tener que madrugar. Aun así, no sale demasiado mal. Comienzas a preparar la guía docente de Teoría de la Historia del Arte. Es el primer año que la vas a dar y quieres prepararla bien. Pero te das cuenta de que ya te has comprado demasiados libros y que va a ser imposible que te dé tiempo a todo. Las clases son la manera de aprender sobre cosas que creías que sabías. En cuanto profundizas un poco te das cuenta de que apenas sabías nada. Esta es de las cosas que más te gusta de la docencia, que enseñas para aprender.

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Por la tarde, paseo por el río. Se ha convertido ya en una rutina agradable antes de la cena. Cuando llegas ves una nueva serie, Extant. El primer capítulo te deja intrigado.Antes de dormir, casi de casualidad, te dicen que ha cerrado la Azotea y que hoy hacen una especie de fiesta de despedida. Sin redes sociales y encerrado no te enteras de nada. Ni siquiera de estas noticias tristes para la cultura. La Azotea ha sido en los últimos años un lugar de referencia para la cultura murciana, un ejemplo de autogestión y de promoción del arte, la literatura, la música y mil cosas. Has asistido allí a presentaciones de libros, conciertos, encuentros, tertulias…, de todo. Es una pena que tenga que cerrar. Pero no se le puede pedir a la gente que haga más sacrificios de los que han hecho. E. y F. se han dejado la piel en el proyecto, sin ayudas institucionales de ningún tipo. Y lo que han hecho es un ejemplo y una vía para que otros sigan haciendo cosas. La cultura murciana tiene que estar agradecida por la labor de estos años. Y esperar que haya una segunda etapa, que el futuro sea propicio y que la Azotea regrese y llene de nuevo ese vacío que ahora deja. De momento, gracias por todo. 

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