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Presente continuo (semana del 18 al 24 de julio)

VIERNES 18 / Tecnología digital
Pasas toda la mañana intentando recuperar un ebook que descargaste hace unos años y que ahora no se abre porque el dispositivo para el que lo compraste ya no lo usas. Es un libro que necesitas para terminar el programa de la asignatura que impartes el año que viene y que tendrías que leer en este momento. Pero ya no está; se ha volatilizado. Y ya no puedes volver a descargarlo porque ahora los formatos han cambiado. Esto nunca habría ocurrido con un libro en papel. No se pasan de versión, se pueden abrir siempre. Las tecnologías digitales, sin embargo, se vuelven obsoletas casi de año en año. Quién sabe si todos esos ebooks que uno descarga serán legibles en un futuro. O habrá que volver a comprarlos y descargarlos de nuevo si alguna vez los necesitamos. Vivimos en tiempos móviles, donde todo cambia de la noche a la mañana. No es posible pensar que las cosas que hoy usamos podamos guardarlas para más tarde. Esta es una civilización del presente, no del futuro. Quizá por eso los libros en papel están en crisis, porque una vez utilizados, leídos, “consumidos”, ya no sabemos qué hacer con ellos. Si se piensa bien, el propio libro como objeto –casi igual que sucede con la obra de arte– es una forma de resistencia frente a esa obsolescencia continua de la mercancía. Porque el libro resiste, no se gasta, y por mucho que se lea, permanece en el tiempo, puede volver a ser experimentado y compartido. Y eso, en el fondo, atenta contra la lógica del usar y tirar.

Ves las noticias del avión derribado en Ucrania. Se te ponen los pelos de punta. Ahora todos buscan culpables. Nadie se hace responsable del error. En breve sólo serán datos, daños colaterales, como esos otros incidentes de los informa el telediario, los que han ocurrido otras veces y que ahora sólo son curiosidades. La tragedia se banaliza con el tiempo. Y también con la distancia.

Esta tarde has quedado con L. y J. a tomar una cerveza en Murcia. Es tu primera salida casi en tres semanas. Comienzas a andar hacia la parada de autobús y al llegar te ves con fuerza para continuar hasta la ciudad. Tras media hora, llegas cansado y empapado de sudor, pero con la sensación de que todo va cada vez mejor. La cerveza y la marinera te saben a gloria.

Luego, R. te recoge y vais al cine a ver El amanecer del planeta de los simios. Se te hace algo larga. Y sobre todo, no te crees nada. La idea de que sólo estás viendo personajes hechos por ordenador resta credibilidad a la historia. Es puro virtuosismo técnico. El cine se ha convertido en un trampantojo barroco. 

SÁBADO 19 / Autonomía
Te quedas solo en casa leyendo y escribiendo. Sientes autonomía. La normalidad va volviendo. Poco a poco. Comienzas a leer la tesis que tienes que evaluar el próximo martes. La combinas con varias novelas. Saltas de una a otra y no te centras en ninguna. Te ocurre lo mismo con la televisión. Descargas dos películas y dos episodios de series y al final, como no sabes qué ver, decides volver a la lectura.

Cuando llega R., sales a andar por el río. Hoy es más tarde y hay poca gente. A la vuelta, veis un episodio de la segunda temporada In the flesh, una serie sobre zombis donde los muertos vivientes se reincorporan a la sociedad. Por la noche, como no podría ser de otro modo, tienes pesadillas y vuelves a soñar con un apocalipsis zombi que comienza en tu casa de la huerta. 

DOMINGO 20 / Comprender
Te levantas temprano y escribes casi sin parar hasta el mediodía. Estás pasando a ordenador los cuadernos manuscritos. Acabas con dolor de muñecas. Pero vas sintiendo que llegas al final. Sin embargo, lo que lees no siempre te satisface. Hay momentos buenos. Frases, metáforas, imágenes y reflexiones que sientes que son dignas y te gustan. Pero el resto… mejor no pensarlo ahora. Ya llegará el momento de volver.

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En las noticias siguen los bombardeos a Gaza. Y tú sigues sin llegar a comprender del todo el conflicto palestino-israelí. Como otras muchas cosas. Por eso te dedicas varias horas a buscar vídeos y leer en internet las raíces históricas de lo que pasa en la franja de Gaza. Todo es demasiado maniqueo; es difícil encontrar la opinión justa. Lo único claro es que el conflicto tiene difícil solución. Es lo que ocurre cuando no se hacen bien las cosas y cuando todo depende de alianzas, juegos de poder entre bloques y remedios estratégicos. La clave está siempre en el pasado, en aquello que se hizo mal desde un principio. Pero ahora ya no se puede volver atrás.

Por la noche ves Headhunters, un thriller noruego sobre un cazatalentos que te recuerda a Bron/Broen. Cine negro nórdico. Siempre hay algo de insano en todas estas ficciones, igual que en la novela policiaca, como si fueran el reverso oscuro de una sociedad aparentemente ejemplar. Quizá por eso nos gusta, porque vemos que tras la prosperidad y la perfección está también la condición humana en su versión más perversa. 

LUNES 21 / Continuar
Escribes desde bien temprano. Continúas a un ritmo rápido. Las muñecas siguen resentidas. A media mañana, vas al centro comercial y te compras algo de ropa para la tesis de mañana. Tras la operación has reducido unas tallas, pero con la faja aún no sabes cómo quedará tu cuerpo. Aun así necesitas algo para estos días. Por la tarde acabas de leer la tesis y preparas la intervención para mañana. Después, cenas con los miembros del tribunal y regresas a casa antes de medianoche. 

MARTES 22 / Vida normal
A las diez y media os reunís para constituir el tribunal. Chaqueta y corbata. Con la faja y el calor no sabes si vas a resistir. Afortunadamente, aguantas bien. La lectura de la tesis discurre sin problemas. I. está algo nerviosa, pero todo sale bien. Has aprendido mucho leyendo sobre el NO-DO. Al final, lo mejor de las tesis es que uno acaba encontrándose con conocimientos a los que no llegaría de otra forma. Conocimientos que luego se quedan para siempre. El tribunal elogia la tesis y acaba dándole la máxima calificación. I. ya es doctora. Sabes el peso que se ha quitado de encima.Después, comida muy agradable, champán y gin-tonic. Es el primero que te tomas después de la operación. Y lo disfrutas. Hoy hace un mes. De hecho, por la tarde te toca revisión en la clínica. La cirujano te da una buena noticia: a partir de hoy, faja fuera. Estás contento. Y a eso contribuye también el personal de la clínica, que lo ha hecho todo mucho más fácil. Casi sientes una familiaridad cuando entras allí. Ya no significa enfermedad. Vida normal, dice J., la médico. En la medida de lo posible, claro. Y eso es lo que haces. Vida normal. Al llegar a casa te quitas la faja y la guardas para siempre. Por la noche tienes un sexo extraño. Tu cuerpo es diferente y las sensaciones también lo son. Es comenzar de nuevo. 

MIÉRCOLES 23 / Reconstruir el pasado
Sigues escribiendo. Acabas de pasar los cuadernos manuscritos. Ahora sólo quedan dos capítulos para llegar al final.

Te apuntas al gimnasio. Sabes que de momento no podrás hacer mucho, pero tienes que comenzar a moverte poco a poco. R. se ha animado y se apunta contigo. Las instalaciones del gimnasio os han deslumbrado y no lo habéis tenido que pensar demasiado. Ahí se os van a ir las vacaciones de verano. Habrá que aprovechar el SPA y la piscina.

Por la tarde terminas de leer el libro que te ha acompañado durante toda la semana: HHhH, de Laurent Binet, el joven escritor francés que ganó el Goncourt con esta primera novela. Es deslumbrante. Una reconstrucción de un acto heroico: la operación “antropoide”, el atentado que acabó con la vida de uno de los más temibles ideólogos del Holocausto, Reinhard Heydrich, el carnicero de Praga. Es una reflexión sobre el terror y la violencia, pero también sobre la resistencia y las posibilidades de enfrentarse a la maquinaria nazi. La novela es tanto un repaso por la historia como una meditación sobre la posibilidad de escribir acerca el pasado, sobre la dificultad de imaginar, de buscar la verdad; está llena de reflexiones que aluden al propio libro y que lo hacen una obra excepcional. De las mejores que has leído este verano.

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JUEVES 24 / Cuestión de tiempo
Te levantas dolorido. Mucho. Sin faja han vuelto las molestias. Cuando andas te notas inseguro. Sin la compresión estás desprotegido; todo te roza, todo te tira, todo te duele. Tienes que acostumbrarte. Es cuestión de tiempo.

Escribes durante todo el día, casi sin descanso. Y a media tarde llega el momento más deseado: punto y final. Terminas el primer borrador. Doscientas sesenta páginas que imprimes y pones sobre la mesa para poder tocar el resultado de todo este tiempo de trabajo. Sabes que están llenas de cosas por cambiar, que es sólo primer paso, pero te hace feliz. Lo has logrado terminar. Hemingway decía que la única virtud del primer borrador es precisamente “que se acabe”. Y eso es lo que has conseguido. Él los llamaba “excrementos”. Y mucho de eso también hay aquí, claro. No sabes lo que conservarás en la versión final. Pero es el primer paso. Ahí está toda la historia en bruto. Es la imagen saliendo del mármol. Ahora es cuando empieza lo que más te gusta: reescribir, mover, cambiar, resituar. Es la parte del montaje una vez que se han filmado las escenas. Sin duda, es la que más disfrutas. No tienes prisa. Has llegado. Has trazado el camino. Ahora hay que poner baldosas, pintar, iluminar, señalizar, adecentar, cuidar, podar. Y eso es cuestión de tiempo.

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Al final del día te das cuenta de que es el aniversario de la muerte de tu padre. R. te lo dice. ¿Es hoy?, dices. Quizá ayer, piensas. Sí, 23 de julio. ¿O fue 24? Hace once años ya. Pero el tiempo lo cura todo. Pocas noches más aciagas que la que pasaste en el hospital sujetando su mano cuando sabías que ya sólo cabía esperar. Creías que no te ibas a recuperar de aquello. Y ahora no recuerdas si fue ayer o es hoy. Once años ya. Sí, todo es cuestión de tiempo.


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