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Perder el oremus

–¿No echas de menos el Presente continuo?
–Te lo iba a preguntar yo.
–Yo sí. Mucho.
–Yo también. Más.
–Ya estás. Igual que siempre. Yo más. Yo más. Yo más.
–Es que soy un objeto a minúscula imposible de satisfacer. Necesito autoafirmarme.
–Lacaniano estás hoy, ¿no?
–Un poco, la verdad. Me ha entrado la nostalgia.
–¿Nostalgia?
–Sí, aquellos años, cuando me leí los escritos y los seminarios, cuando me creí sus cosas.
–¿Ya no te las crees?
–Menos. Lo de lo Real y todo el rollo, sí. Pero el resto, uff, puto loco.
–Ya. Dímelo a mí. Aún estoy como Antígona, entre dos muertes.
–Qué capullo eres.
–Jajajaja.
–Por cierto, lo del Presente, decía. ¿Lo echas de menos?
–Pues sí, un poco sí, pero las cosas son así. Tienen que terminar. Además era un estrés. Todos los viernes. Un taco de palabras. Deja, deja. Todo tiene su tiempo.
–Lo tiene, es verdad.
–Oye, ya que lo dices: ¿el mundo está lleno de locos o soy yo, que miro ahora y veo esto hecho un solar?
–Las dos cosas.
–...
–Cada vez hay más locos. Por todas partes. Y lo del solar, también.
–Vamos, un desastre.
–Como lo oyes.
–Dirás "como lo dices".
–Como lo digas.
–Ah, vale, no entremos en conflicto.
–Otra cosa: las lecturas. ¿Cómo van?
–Pues el caso es que no paro. Una tras otra. Y como no escribo de ninguna, se me pasan. Acabo de empezar el de Cercas. Estoy a medio con uno de DeLillo. Tengo sobre la mesita el último Herralde, el de Nettel. Pero estoy apático. Llevo unas semanas que las cosas me gustan menos.
–¿Has ido al médico? Lo mismo es del estómago.
–Todo puede ser.
–Por cierto, ¿has notado cómo se nos va de las manos esto?
–Ya te digo. Nos ponemos a hablar y perdemos hasta el oremus.
–Eso va a ser falta de calcio.
–¿Lo del oremus?
–Lo mismo.
–Habrá que probar.
–Venga, déjalo por hoy, que mañana te vas a Eñe.
–Es verdad. Ganas tengo.
–Da recuerdos a la gente.
–Lo haré.
–Y no te drogues mucho.
–Lo intentaré.
–Y una cosa, por cierto, antes de acabar.
–Dime.
–Qué fuerte lo de la Duquesa de Alba.
–¿Qué pasa?
–Que dicen que resucita.
–No jodas.
–Sí, tío, lo he oído.
–Joder, con la nobleza.
–Nobleza obliga.
–Ya, pero resucitar...
–Yo que sé, me lo han dicho. Son fuentes fiables.
–Tú mismo.
–Pues nada, que des recuerdos y que escribas mucho.
–No lo dudes. Salúdame tú por ahí al personal.
–Siguen cabreados con lo del trauma. Me dicen que sublimes, que si no se quedan ahí y no espuman.
–Lo intentaré, te lo juro. Este finde sublimo. Voy a sublimar hasta que me haga sangre.
–Ése es mi mahn.
–Qué cabrón, cómo me manejas.
–jjajajaja.
–...


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